Parafraseando
a Ricardo III (“mi reino por un caballo”), que en la batalla de
Bosworth, al quedarse sin caballo para huir del Conde de Richmond,
hubiese dado hasta su reino para poder huir de la que seria a la postre
su muerte, hoy hubiéramos pagado bastante por tener unas cerillas a
mano. Y eso ¿porque?, pues porque siendo casi las 5 de la tarde,
perdidos por parajes desconocidos de las montañas de Soller, la
posibilidad de tener que hacer noche se vislumbraba como algo muy
posible. Pero ninguno de nosotros llevaba un triste encendedor para
poder encender un fuego, en el que calentarnos y no fallecer de frío.
Podrá parecer cachondeo, pero os aseguro que ha habido momentos de seria
preocupación. Eran las 9,30 cuando los convocados nos hemos
encontrado arriba en el Coll de Soller, al salir de los coches, daban
ganas de volver a entran en ellos. El viento y el frío eran intensos.
Íbamos a seguir un track que Toni había elegido, para conocer una ruta
entre Deia y Soller, incluyendo la mítica subida del Raco d`en Barona. A
los mandos del GPS, Emilo. Bajamos el Coll en dirección a Soller, para
justo al llegar a unos metros de la boca del túnel, iniciar el ascenso
por un camino a mano izquierda. Durante unos cientos de metros hemos
utilizado las vías del tren, pero al tener que atravesar un túnel
bastante largo, hemos decidido dar un rodeo, para evitarlo. Elías,
emulando a un indio Sioux, ha pegado su oreja a la vía, y según su
pronostico, podíamos pasar tranquilos, puesto que no venia ningún tren.
Pero menos mal que no nos ha dado mucha confianza su diagnostico y no
nos hemos fiado, porque a los pocos minutos pasaba uno en dirección a
Palma. No ha tardado en empezar a llover, pero justo en el momento
en el que pasábamos al lado de un porche, donde nos hemos resguardado
durante un buen rato, al que pocos minutos después, se añadirían tres
bikers mas, de entre los cuales, había uno al que ya encontramos la
semana anterior en la subida al Bunyoli. Al escampar un poco hemos
continuado todos en dirección a Deia, el camino estaba encharcado y
embarrado, cuestión que dificultaba en grado sumo las subidas, máxime en
los trozos empedrados, que son bastantes. En el agroturismo de C`an
Mico, les hemos dejado, para continuar nosotros solos en un
peligrosísimo sendero con constantes bajadas y subidas resbaladizas a
mas no poder. Llegada a Deia, donde, nos ha apetecido tomarnos un café
calentito, para templar nuestros fríos y mojados cuerpos. Y vuelta a
Soller, pero por otro camino, esta ruta se compone de una parte circular
en la zona de Soller, otra también circular en la zona de Deia, y ambas
unidas por una camino central común a ambas. Una vez acabado el
tramo común, nos tocaba la otra parte del círculo inicial. Antes de
empezar las terribles rampas del día, hemos aprovechado un estanque
lleno de agua a rebosar, para lavar las bicicletas, sumergiéndolas por
completo en el. A pesar de tomarnos algún gel y barritas energéticas, os
aseguro que la subida que nos hemos encontrado es de las mas duras de
las que yo conozco. Ninguno de nosotros la hemos completado en su
totalidad, nos ha faltado poco, pero no ha podido ser, igual llevar ya 5
horas de ruta también ha influido, o que tiene mas de un 26% de
pendiente, vete a saber. Tanto nos hemos entusiasmado subiendo, que
nos hemos pasado algún cruce, justo en el momento en el que el gps ha
acabado las pilas, que aunque han sido reemplazadas, ya estábamos
perdidos. Personalmente creo que por estos parajes no han circulado
muchas bicicletas. El camino, si así se le puede llamar, no permitía
ciclar más de 20 metros seguidos, con pinos caídos por todas partes,
dificultando incluso el continuar a pie. En un momento determinado,
debido a mi edad avanzada, y al temor a pasar la noche al raso (sin
cerillas, que nos permitiesen disfrutar de una agradable hoguera), he
aconsejado a los temerarios jóvenes, dar la vuelta e intentar volver por
nuestros pasos. Emilio ha sido el mas reacio a ello, pero al final han
sucumbido todos ellos a mis consejos (menos mal), y así lo hemos
intentado. Digo intentado, porque sin darnos cuenta hemos ido a parar de
nuevo al track de forma totalmente inconsciente. De una alegría, hemos
pasado a otro problema, y grave, Elías rompe la patilla del cambio.
Hemos sido incapaces de desatornillarla, eran las 16,30, quedaba una
hora de sol, y no veíamos rastro de civilización. No ha quedado mas
remedio que quitar la cadena y Elías a partir de este momento ha tenido
que patear el resto de ruta. Sito ha empezado a tener tirones en ambas
piernas, cuestión por la que se quedaba bastante rezagado. Emilio y yo,
constituidos en cabeza de expedición, no dejábamos de escudriñar en la
lejanía algún atisbo de carretera o casa. Han sido unos momentos algo
tensos, porque al menor contratiempo en esa ruta, un cortado, un
barranco etc. hacia que volver atrás fuese un seguro de pillar la caída
del sol, y consiguiente oscuridad en un terreno muy escarpado y
totalmente desconocido. Pero como Dios aprieta, pero no ahoga, al
cabo de poco tiempo hemos divisado el Coll de Soller. Solo nos han hecho
falta un par más de kms, saltar un par de rejillas junto a un toro vivo
y otro muerto, y hemos acabado en la carretera. A partir de aquí, ni
Sito, por problemas físicos, ni Elías por problemas mecánicos, han
podido pedalear. Los demás hemos subido, para coger los coches e ir a
buscarlos. Ha sido una ruta, a pesar de todo, muy bonita. Ha tenido
de todo, frío, viento, lluvia, rampas infernales, pateo (mucho),
averías, incertidumbre, problemas físicos, etc. pero también, amistad,
camaradería, entusiasmo, alegría, risas, etc. vamos, yo no la cambio por
nada, es nuestro día de mtb. El deporte más bonito del mundo.
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