miércoles, 6 de noviembre de 2013

CAMI DE CAVALLS 2013

  JUEVES 31 OCTUBRE A DOMINGO 3 DE NOVIEMBRE DE 2013
CRONISTA: RAMON
FOTOS
 
He añadido el año, al titulo de la crónica, porque simplemente espero que algún día, no muy lejano, pueda escribir alguna más, con el mismo titulo, pero con una cifra diferente.
Son varias las razones por las que este ha sido un gran viaje, muy satisfactorio y enriquecedor, en todos los sentidos, deportivo, humano, social, y personal.
Intentare dar unas pinceladas, para explicar brevemente, lo anteriormente afirmado.
Lo primero de todo es, que cuando uno se crea unas expectativas, y después resulta que la experiencia vivida supera con creces esas expectativas, la satisfacción es mucha y agradable. Mal empezamos desde un principio, a causa de la anulación del barco de las 16 horas del jueves 31/10, dándonos solo la opción de salir a las 8 del mismo día, o a la misma hora del viernes. Esta última opción nos restaba una jornada, a la ya de por si corta estancia. Se decidió partir el jueves a las 8 de la mañana. Desgraciadamente, esta opción dejo en tierra a Sito, que no pudo acoplarse al nuevo horario. Lo sentimos mucho, además de acordarnos de el durante todo el viaje.
La travesía en barco fue terrible, viajamos con mar gruesa, haciendo padecer a la mayoría de viajeros grandes mareos, apenas desde la salida del puerto de Alcudia. Fueron tres horas horribles de viaje en un barco, viejo, sucio, sin apenas servicios y con personal con mal carácter y poco profesional. Hasta fumaban en el interior de la bodega. Iscomar, es el nombre de esta gran compañía.

La llegada a Ciudadella, en un nuevo puerto, amplio y moderno, pero frío, sin la calidez del viejo y bonito en el centro de la ciudad. Los organizadores de nuestro viaje, Cami de Cavalls 360, nos estaban esperando, para darnos la bienvenida y recoger nuestros equipajes, para trasladarlos al hotel. Por cierto, hotel de dos estrellas, sin grandes pretensiones, pero que cubrió nuestras necesidades a la perfección. En los apenas dos kilómetros hasta el mismo, solo preguntamos tres veces, y así y todo, nos perdimos otras tantas. Empezábamos bien. Para los mal pensados, decir que no, que no fue culpa de Emilio a los mandos de su GPS, todavía no lo había puesto en marcha. Aprovechare este inciso, para decir que, están ya muy lejos los días en los que titubeaba en el manejo del aparato. Aquí nos dirigió con maestría absoluta, y gran profesionalidad. Los momentos de duda, los resolvió a los pocos metros, evitándonos esfuerzos inútiles. Y debo añadir que en ocasiones era harto difícil. Gracias una vez más, por si no me oíste cometerlo durante la ruta.
Paseíto por la ciudad, comida en una terraza, y ya por la tarde, briefing a cargo de Joan de Cavalls 360. Nos da cuatro explicaciones de lo que nos vamos a encontrar. Lo bueno de este sistema, es que ellos se encargan de recoger los equipajes, y llevarlos al siguiente hotel, además de apoyo en caso de necesidad.
Cena en un buen y bonito restaurante del centro, y a dormir prontito, que a la mañana siguiente nos teníamos que enfrentar a una ruta completamente desconocida para todos nosotros.
Las previsiones metereologicas, anunciaban lluvia y frío para estos tres días. A las siete de la mañana, el termómetro marcaba 10º, después del desayuno, yo aparecí vestido de invierno, camiseta térmica, maillot manga larga, chaqueta, y culotte largo. Los demás, no se si inconscientemente, venían mucho mas ligeros de ropa que yo.
Empezábamos, foto en el centro del Borne, y a pedalear se ha dicho. Ya desde la salida, lucia un sol esplendido. En poco tiempo tuvimos que parar a quitarnos ropa, sobre todo yo, el termómetro marcaba 23º. Y eso ha sido la constante metereologica de estos tres días, sol y temperatura casi veraniega.

La primera etapa consistía, saliendo de Ciutadella, en llegar a Cala en Porter, bordeando la costa por la parte sur, en dirección a Mahon.
Debo decir que, a pesar de que casi todos nosotros habíamos estado en Menorca, ninguno conocía la Menorca que se nos iba mostrando a cada pedalada. Ha sido ir de sorpresa en sorpresa, admirando unos paisajes preciosos, auténticos, sin urbanizaciones al lado del mar. Si una cala era bonita, la que le seguía, lo era más todavía. La ruta que hicimos, y eso vale para las tres etapas, es una autentica gozada para cualquier amante del mtb. Hay trialeras entretenidas, hay bajadas infernales, hay subidas explosivas. Es un disfrute a cada metro que se cicla. Nada parecido a la imagen que uno se hace al pensar en Menorca, llana, sin elevaciones importantes. Se puede pedalear durante horas, y horas sin tocar asfalto ninguno. Por las pocas urbanizaciones que pasamos, era como si estuvieran abandonadas, solitarias, todo cerrado, sin turistas, sin gente. La temporada acabo a finales de septiembre. Ahora tienen siete meses de descanso invernal. La vieja polémica Menorquina, o preservamos, o urbanizamos. Mi humilde consejo es que preserven. Aun con tan corta temporada turística su nivel de vida es superior al nuestro, y viven en una naturaleza autentica, si la destruyen cambiara todo, y creo que a peor.
No voy a explicar las minuciosidades de la ruta, es harto difícil, después de tres días por parajes desconocidos. Fueron 66 kms, con un desnivel de 1.100 metros, y unas 4 horas y media de pedaleo efectivo. Llegamos a Cala en Porter a las 16`30, donde nos estaba esperando Clara de Cavalls 360, para dejarnos, a nosotros, y a nuestras maquinas, en el hotel de Mahon, distante unos 15 kms.
Hotel de 4 estrellas, de buena calidad, con el añadido de un pequeño Spa, que nos vendría a las mil maravillas, aunque la ruta no había sido excesivamente dura. Cena en el mismo hotel, con buffet a módico precio, y buena calidad. Emilio y Pina, se atrevieron con un copazo de sobremesa para templar los nervios.
A las 9 de la mañana, nos recoge Clara, para dejarnos exactamente en el mismo punto de Cala en Porter, donde nos había recogido la tarde anterior. Antes de empezar, hay que arreglar una rueda vacía de Adrián.
En esta segunda etapa debíamos llegar a Ses Salines de Fornells. Era la más larga de las tres. Fueron 77 kms, con un desnivel de 1600 metros, 93 barreras, si Sergio se dedico, además de abrirlas diligentemente para todos los demás, a contarlas. Estuvimos la friolera de 6 horas y media pedaleando, la última de ellas de 6 a 7 de la noche, completamente a oscuras.
Buena parte de la culpa la tuvo la bicicleta de Alfonso, le paso de todo, rompió un radio, el cambio, el desviador, y a mitad de etapa, perdió todos los tornillos del disco de freno trasero, y por consiguiente el propio disco. Fue la segunda vez que vi. volar esa bici en dirección a las matas de la vera del camino. Pero por desesperación de Alfonso, la recuperamos y tuvo que seguir, eso si, sin freno trasero. Bajo cada cuesta en esas condiciones que daban escalofríos. Los tiene bien puestos.

Un poco más adelante es Pina, el que en un alarde de temeridad, baja unos escalones infernales. El resultado fue un huevo, y un ocho. Un huevo en la caña del hueso de la pierna del propio Pina, y un ocho en la rueda delantera de su bici.
Ya casi oscureciendo debemos poner una cámara a la rueda trasera de Adrián.
Todos estos inconvenientes nos harán perder un tiempo precioso, y que a la postre nos obligaran a usar un Movil como linterna para que seis esforzados bikers lleguen a su destino, sin ningún tipo de ayuda externa. Una vez en el hotel, dos bikers de Porto Cristo, muy amablemente nos dieron un juego de tornillos del disco
Aquí debo mencionar nuevamente el papel protagonista de Emilio, nuestro mecanico de confianza, que mientras los demás nos duchábamos, y el dueño del hotelito nos conminaba a ir a cenar, el dejo las bicis de Pina y de Alfonso, en perfecto estado de funcionamiento. Gracias nuevamente.
Cena de hidratos, y a dormir prontito. Hoy si que estábamos “esmochaos” de verdad.
Amanece un día esplendido, con sol radiante, ya desde las siete de la mañana.
El bote de crema para las partes menos nobles de nuestra anatonia, culo, para los de la logse, pasa de mano en mano, hasta casi agotar su contenido.
Un desayuno más bien espartano, e iniciamos la última etapa. Teníamos que llegar a Ciudadela, después de 60 kms, con un desnivel de 1.200 mts, y 4 horas y media de pedaleo efectivo.
No quiero hacerme pesado, pero debo dejar constancia nuevamente de la majestuosidad de la costa norte de Menorca, completamente diferente del sur, de una belleza salvaje, agreste, sublime. Había unas subidas espectaculares, seguidas de bajadas fantásticas a calas vírgenes. Senderos suspendidos en los acantilados. Cada momento que vivíamos en estos parajes, eran de enorme intensidad. Todos cual pelotón militar, juntos si el ancho lo permitía, en paso de a uno, si era angosto.
Una delicia ver a Adrián levitar, si he dicho levitar, subiendo cual pluma al viento porcentajes imposibles. Bien distinta la imagen de Emilio, y Pina, subiendo esas mismas dificultades, pero en este caso, por fuerza, y tesón, esforzándose al máximo, pero logrando el mismo resultado.
En el ámbito social, mencionar la enriquecedora experiencia de convivir durante unos días, gente mayor como yo, y los otros tres mayores, aunque no tanto, con chavales tan jóvenes como Sergio (16 años), Adrián (18 años),
En algún momento les dije que se aprovechasen de las experiencias de vida nuestras, que eso les iba a enriquecer, como a nosotros, su visión inocente y pura de las cosas.
Cuando piensas que con una diferencia de casi 40 años, estamos haciendo lo mismo, juntos y divirtiéndonos todos, es fantástico, y digno de reflexión.
Llegamos a Ciutadella, ducha en el primer hotel, hamburguesa en la plaza, y rumbo a puerto para atravesar el Canal de Menorca, hasta Alcudia, ahora mucho más tranquilo, haciendo la travesía casi agradable. Aquí nos encontramos con un grupo de bikers de Llombards, con los que habíamos coincidido en los inicios de la segunda etapa, pero en direcciones opuestas. Dio la casualidad de que yo había perdido mi cuenta kms., y ni Sergio ni yo, que volvimos unos cientos de metros atrás, lo encontramos. Les comunicamos el hecho a ellos por si lo encontraban. Nadie apostaba por ello, puesto que lo escarpado del terreno en esa zona te obliga a ir pendiente de otras cosas, y no de un minúsculo artefacto de apenas unos centímetros. Pero en el anden del puerto, estaban ellos con mi Sigma Rox, y un chantaje, “solo te lo doy, si algún día nos lleváis de ruta por vuestra zona”. Como podéis imaginar, mi alegría fue doble. Primero por recuperar el cuentakms. , y segundo por poder salir con Miquel y amigos cuando ellos quieran. Mil gracias nuevamente.

No quiero alargarme más, para que la lectura no se haga pesada. Solo quiero remarcar varias cosas.
Menorca es preciosa. El Cami de Cavalls es increíblemente bonito. La experiencia ha sido fantástica. El compañerismo ha reinado por sus fueros, como igual hubiera sido, con cualquier Iron. La gente del mtb, es noble y generosa.
Siento que hayáis tenido que aguantar a un viejo gruñón. Y a los que no habéis venido, por leer semejante tocho. Gracias a todos por ello.
 

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